Tras un intenso fin de semana, me dispuse a continuar con mi recién estrenada nueva aficción, las ferratas. Ya desde el colegio había hecho algo en un rocodromo que el profesor de educación física montó en el gimnasio, pero nada comparado con las sensaciones vividas la semana anterior en la primera ferrata que realicé, la de Benalauría.
Con el sabor aun en la boca que me había dejado la ferrata, Valentín, Sylvia, Juan Antonio Mena, Vicky, Ana y yo, nos encontramos de nuevo en el cruce de Benlauría, con éste comite de bienvenida esperandonos
donde tomamos el carril que sube hacia las vías ferratas de Benalauria y Benadalid. Valentín y yo volvímos a hacer la de Benalauría con sus dos puentes tibetanos, junto con Sylvia que se estrenaba en ésta ferrata, mientras el resto hacía la de Benadalid.
La ferrata de Benalauria es de las más sencillitas aunque con partes de gran belleza y espectacularidad.Comienza con un tram vertical cortito, y enseguida tenemos un descanso, para volver a subir algo más.
Desplazarnos lateralmente varias veces y subir hasta entrar en la gran grieta que hay en éste promontorio calizo
por donde tenemos la parte más vertical hasta alcanzar el primer puente tibetano que cruza la grieta de pared a pared con 14 metros de cable
para ascender ya hasta la cima, y pasar el segundo puente, máa cortito, que nos lleva al final de la ferrata.
Alli nos acercamos al final de la ferrata de Benadalid, y como los compañeros no llegaban nilos veiamos, aunque si los escuchábamos a lo lejos, decidí ir descendiendo por la ferrata, cosa que hice sin problemas hasta quedarme a escasos 25 metros de Juan Antonio Mena, Ana y Vicky, que iban ascendiendo tranquilamente ayudando a Ana y dandole ánimos.
Alli estuve colgado un rato, aunque finalmente como se hacía tarde, Juan Antonio Mena me insistió mucho en que fuesemos ya para los coches, y que cuando terminasen nos avisarían. No muy de acuerdo, pero viendo que se nos echaba la tarde encima, subí de nuevo por la vía hasta la cima, donde tomamos la senda que nos lleva a la pista y de ahí al coche.
Fuimos entonces hasta Ronda, donde nos esperaba Herminia, y nos acercamos al tajo de Ronda con vistas a hacer la ascensión por la ferrata del tajo.
Herminia era también la primera vez que hacía una ferrata, así que le dimos unas breves indicaciones sobre la seguridad y como ir avanzando, y nos pusimos manos a la obra.La ferrata del tajo es más antigua que las otras, los escalones son más estrechos, y "aprovecha una instalación usada en los años treinta por los trabajadores encargados de levantar un muro de mampostería en el entorno tras un terremoto que destruyó varios molinos de harina en la zona. Posteriormente, se usó para el mantenimiento de trabajos hidroeléctricos y también por hortelanos de la Hoya del Tajo que encontraron en ella una conexión rápida con Ronda.". (http://revistaceder.es/turismo/38-turismo/142-ferrataronda)
Aun siendo de las más sencillas, a mi se me fue haciendo algo pesada, ya que tras la ferrata de benalauria y media de benadalid, todo el dia trabajando, y el fin de semana sin parar, empezaban a aparecer algunos signos de cansancio, aunque terminé la ferrata sin complicación ni probema alguno.
Tras la ferrata, Valentín nos convidó a unas tapas en la plaza san francisco antes de despedirnos de Herminia y emprender el camino de regreso a Málaga.
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